Parece inoportuno y por demás irrespetuoso involucrar la risa en la tragedia, cuando el irrenunciable destino desbarranca la vida de los hombres y la somete a su inflexible e irreflexiva ley.
Y sin embargo, puede mostrarse como la posibilidad de aprender a reír habiendo renunciado al consuelo de la metafísica. Una risa aprendida de un preoriginal desconsuelo, más allá del bien y del mal, más acá de las ideas, más allá del ser y de la voluntad de ser.
¿En dónde estamos destinados a reír?; ¿Cómo reír en este desconsuelo irresoluble?.
En "Antígona"todos han tomado una decisión moral ante el destino -paradoja-frente a la inmoralidad propia de la vida. ¿La vida es el destino irresoluble?, bien -mal; moral - inmoral; belleza - monstruosidad. Y ninguna de las decisiones afincadas en la muerte para la muerte, ha puesto en algún canal; la vida que se destina derrotando los canales
De la muerte para la muerte con la máscara del fratricidio, muerte al unísono, morir juntos como hermanos pero enemigos. De la muerte para la muerte herida propia, suicidio. Eurídice sin decir palabra sube las escaleras y entra a palacio. De la muerte honrada por los ritos funerarios, ley de los inmortales y del Hades, para la muerte antes de la vida, Antígona, virgen, ahogada por el lazo de hilo hecho de su fino velo, himeneo de la muerte. De la muerte, amada para la muerte. Hemón la abraza por la cintura vida deseada, llora su pérdida, se inclina hacia la espada y hasta la mitad la clava en sus costillas, se abraza a la muchacha, cadáver al lado de un cadáver. Cuelga Antígona de su velo, cuelga Hemón del cuerpo de Antígona. De la muerte para toda muerte, Creonte; el hijo en brazos, su mujer muerta madre de ese muerto por una muerta.
¡Cuántos males! "huyen los más valientes, cuando sienten a la muerte rondarles por la vida". Y dice el coro:
- hasta el final del linaje los acompaña la desgracia.
- ninguna generación liberará a la siguiente.
- un engaño el deseo.
- el mal parece un día bien.
Y un mensajero se pregunta hasta qué punto el mal del hombre es la irreflexión.
¿O la reflexión?
¿Hay o no consuelo? No consuelo. Ahora puede aprenderse a reír. Canonizar la risa. Ponerse una corona de rosas.
No hay lugar para la resignación ni la consolación. Porque a pesar del esfuerzo teorético de la palabra y el pensamiento, el hombre también como Dionisios, participa de lo bestial, lo pavoroso. Y es la misma reflexión humana la que atrae el descenlace trágico, como un laberinto que conduce hacia el monstruo.
Pero ese anhelo de lo feo, es un signo de salud. De un vigor en que el hombre se encuentra probando el miedo frente al destino.
¿Qué significa bajo la óptica de la vida la moral? No se si pueda contestarse cabalmente esta pregunta, pero la óptica de la vida indica una retirada hacia atrás, a la primariedad de la existencia humana, una raigambre en otro sitio más preoriginal que la racionalidad, una fuga hacia el instinto, una renuncia a la serenidad de la existencia.
¿Qué puede ser peor que padecer tantos males?. La muerte entonces es una ganancia, no como resignación al destino, sino frente al destino, una decisión más que ética, una decisión gloriosa, como la de Antígona, la piedad para con los muertos y .el respeto a lo divino.
¿Y por que razón involucramos la risa? Porque la tragedia, en la cuál accedemos al estado catártico, aligera y no aligera el peso.
Aprender a reír no es salir consolados. Es como la gloria. Salir consolados es volver a la racionalidad y la serenidad metafísica con su es y no es y su razón de necesidad.
Aprender a reír es poner patas arriba: no es la moral no la metafísica la óptica más abarcadora para la comprensión de lo humano.La vida no se resuelve. Ni siquiera el arte es primero, menos la teoría. Sino la existencia y esta trágica, fatal. Irresoluble.
Excepto que esta fuga más allá del bien y del mal, nos descubra elegidos para una elección, antes de toda elección, impelidos a tomar una elección que ya se ha tomado por nosotros pero no sin nosotros, a causa de una obligación sin ley por la fraternidad, nacidos como Antígona para el amor y no para el odio.
Para la risa.