Más allá de si creemos o no creemos, de si hay una divinidad que interviene en nuestra historia o estamos sujetos al azar del universo o las dos cosas, Navidad es un camino alternativo, un rumbo que ¿dios? propone a la humanidad, un rumbo de cercanía entre los que estamos perdidos en medio del desierto, sin rumbo, sin salvadores, sin estrellas. En medio del campo guiando ovejas o siendo ovejas guiadas, en medio de la noche de los tiempos.
Un rumbo de fragilidad, de pesebre sin luz y sin amigos, de techo que se llueve y de sensación a rancho en el alma rodeado de regalos de otros y de apuros de otros y de marketines, de espíritus navideños, de otros, hasta el vómito.
Rumbo de niño pobre que juega .Juega y no juzga. (Es una buena idea de un dios aunque no creas: ¿no crees?)
Un rumbo alternativo que señala el lugar donde queremos estar.
En una sociedad que se expresa con las categorias del poder y la violencia, queremos estar en un lugar que propone la fragilidad y la debilidad como camino.
En una sociedad que se impone desde el machismo, el autoritarismo y la jerarquía, queremos estar en el rumbo del servicio, de la vida, de la mujer y del niño.
En una sociedad que propone el éxito y el triunfo como plenitud humana, mostramos el exilio y la pobreza y los márgenes como lugar desde donde se expanda la vida.
Ese lugar no tiene nombre de capital de imperio (digo: no se llama Roma o Washington.DC ni otra).
Es un camino alternativo, un rumbo de desarrapados, de hambrientos, de humanidad a la intemperie que estaba desencontrada y se junta para luchar por la justicia. Por que ha nacido el niño y parece que dios es de los nuestros.
En ese lugar.
jueves, diciembre 24, 2009
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